domingo, 10 de febrero de 2019

IV. PRISIONEROS DE LAS PROFUNDIDADES (2)



IV. PRISIONEROS DE LAS PROFUNDIDADES



2


Agotados y con dificultades para retomar el aliento, llegaron al otro lado del túnel, sanos y a salvo. 

Kevin permaneció inclinado hacia delante, apoyado en sus rodillas, mientras respiraba profundamente y esperaba a que el corazón volviese a latirle con normalidad. Fue por encontrarse en aquella posición que, hasta que levantó la cabeza de nuevo, no se dio cuenta de la multitud de ojos que los miraban a él y a su compañera con atención. 

Estaban rodeados, había mucha más gente allí reunida de la que se habían imaginado y, con su súbita entrada, todas las voces habían enmudecido de golpe. Se sentía la tensión en el aire, como si todos los individuos de la sala estuviesen esperando que ocurriese algo. 

Kevin pensó que aquel grupo de seres se arrojaría contra ellos en ese momento, o que surgiría algún líder de entre la multitud, sugiriendo algún tipo de tortura. Pero nada de aquello ocurrió. Fue todo muchísimo más bizarro que cualquiera de sus suposiciones. Al poco rato de entrar allí, la gente volvió a sus actividades, se reanudaron las conversaciones e ignoraron por completo a los dos extraños que acababan de llegar. 

Aquello le desconcertó, había esperado algún tipo de reacción, cualquier cosa, pero en lugar de eso, era como si rápidamente hubiesen sido aceptados entre los prisioneros. Quizás aquellas personas estaban acostumbradas a que llegasen nuevos reclusos y por eso no dedicaban mucho tiempo al asunto, pero aun así no dejaba de resultar extraño. 

Mirando a su alrededor, se dio cuenta de algo que le pareció todavía más extraño. Ninguno de los seres de ahí abajo tenía los ojos rojos, lo cual quería decir que aquellas criaturas no eran Djin. Buscó con la mirada algún rastro que delatase la especie de los presos, pero no encontró nada fuera de lo común. Lo que, teniendo en cuenta que estaba en otro mundo, era bastante inusual. Decidió dejar estar el asunto por el momento, al fin y al cabo sus conocimientos de los habitantes de otros mundos era bastante limitado, y le hubiese sido imposible averiguar por sí mismo qué tipo de seres eran los que se hallaban allí. Si lo pensaba bien, la chica que tenía al lado era también de otra especie y no tenía ningún rasgo visible que identificase su origen no humano. 

Decidió que lo mejor que podía hacer era preguntarle a Alda. Hasta el momento, la chica siempre había tenido información sobre los distintos mundos y sobre todos los “hijos de los altos linajes”, como ella se refería a los habitantes de dichos mundos. 

—¿Qué acaba de ocurrir? —le preguntó Kevin a la Fane. 

—Al parecer han perdido el interés en nosotros. Me parece algo rara su conducta, después de ver como se habían quedado mirándonos al principio. Quizás son siempre así de apáticos y lo único que ha ocurrido es que antes les hemos asustado. 

—Es posible —admitió él, sin descartar cualquier explicación—. De todas formas, ¿qué son? Quiero decir que, obviamente, no son Djin. 

—¿No te has dado cuenta? 

—¿De qué? 

—Son humanos, todos ellos provienen de tu mundo. 

Kevin se quedó atónito, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar de los labios de su compañera. Encontrándose allí, en una prisión subterránea de un mundo extraño, y estaba rodeado por seres humanos. No tenía ningún sentido, algo se le estaba escapando. 

—¿Humanos? ¿Creía que yo era el único capaz de viajar entre los mundos? Para eso se suponía que servía la flauta. 

—Es cierto. Este descubrimiento resulta bastante inquietante. ¿Cómo han ido a parar aquí y con qué propósito? 

Incluso Alda estaba sorprendida con aquello, lo cual quería decir que lo que habían encontrado era un misterio para ambos. Aun con los conocimientos de la Fane, esta era incapaz de encontrar la lógica detrás de aquel grupo de personas. La única manera que tenían de salir de dudas, era hablando con aquellos humanos y preguntándoles. Sin embargo, antes de hacerlo, su atención se dirigió hacia otro sitio. 

El hambre empezaba a ser insoportable. Por esa razón, en cuanto Kevin vio el rincón de la cueva donde almacenaban la fruta, no pudo evitar cambiar todos sus planes, mientras su mente se nublaba con una sola idea: quería comer cuanto antes. 

Aparentemente, no parecía haber ningún tipo de organización en lo que se refería a los alimentos. Los prisioneros simplemente iban hasta aquel rincón cuando sentían hambre, cogían una fruta y regresaban a sus actividades. Así pues, Kevin decidió hacer lo mismo que el resto de la gente y se acercó hasta los alimentos, seguido por Alda. No querían abusar, de modo que cogieron lo justo, no tanto como para quedar saciados, pero sí para mantener las fuerzas sin desfallecer. 

Comieron tranquilamente y en silencio, en una zona despejada de prisioneros. Cuando hubieron terminado, Kevin pensó que había llegado el momento de intentar hablar con aquella gente en busca de respuestas. 

Se acercaron hasta un grupo de individuos que parecían estar conversando y Kevin les saludó. Sin embargo, sus palabras no obtuvieron ningún tipo de contestación, fue completamente ignorado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no entendía el idioma en el que estaban hablando aquellas personas. Desde que había encontrado la flauta se había acostumbrado a entender a todo el mundo, como si fuese su propio idioma, pero en esta ocasión eso no ocurrió. 

Le comentó el problema a Alda, quien esperaba pacientemente a su lado el resultado de la conversación, pero ella también quedó algo sorprendida por lo ocurrido. La Fane desconocía el idioma en el que aquellos humanos estaban hablando y él tampoco era capaz de interpretar la lengua. Eso quería decir que cualquier intento de establecer una vía de comunicación con aquellas personas era inútil, por lo que no podrían obtener ninguna respuesta o información útil de ellos. 

—¿Cuál es el problema? ¿Por qué no los entiendo? —quiso saber Kevin, algo frustrado con la situación. 

—No lo sé —admitió Alda—. Estoy pensando en alguna explicación pero… 

—Hasta el momento no he tenido problemas para entender a nadie. 

—Podría ser que te encuentres demasiado lejos del viento de Kalen y por esa razón no recibas la influencia de sus habilidades. 

—Pero en ese caso, tampoco sería capaz de entenderte a ti. 

—Soy consciente de ello, por eso he descartado esa teoría. 

—¿Entonces? 

—Quizás, todo sea mucho más simple. Es posible que simplemente este idioma no está grabado en el instrumento. Si el idioma que hablan estos seres humanos es exclusivo de ellos y Kalen nunca entró en contacto con estas gentes, entonces la flauta no sería capaz de interpretar un idioma que no recuerda. 

—Pero Kalen sí que conoció el idioma Djin, porque a ellos sí que los entiendo. 

—Sin duda. 

—Eso quiere decir que esta gente debe llevar aquí abajo incluso desde antes de los tiempos de Kalen. Y por lo que me has contado, aquello ocurrió hace muchísimos años. 

—Tiene sentido, pero eso significaría que estos seres humanos han estado en esta prisión desde antes de que se cerrasen los pasos entre los mundos. 

—¿Cómo es eso posible? No han podido vivir tanto tiempo. 

—Claro que no, obviamente no son los mismos. Estos humanos deben ser de una generación distinta, han nacido en esta cueva. 

La idea de que hubiese unas personas que no conociesen la libertad, que hubiesen vivido siempre en cautiverio, fue algo que Kevin encontró bastante perturbador. La crueldad de los Djin no dejaba de asombrarle, y aquello en concreto, viendo que eran tan humanos como él, le tocaba especialmente su fibra sensible. Toda esa gente no había tenido ninguna oportunidad. Un día alguien se había llevado a sus antepasados a este mundo, sentenciando así a los hijos de sus hijos a una vida en la oscuridad de una cueva. Se dio cuenta de que esas personas ni siquiera habrían visto nunca la luz del sol. 

Tras aquel fracaso, al intentar iniciar un dialogo con los prisioneros, se habían quedado sin ideas. Todo su plan consistía en recopilar información de la gente que hubiese allá abajo, lo cual parecía ser imposible. 

Pensaron qué hacer a continuación, tenía que haber más sitios, mas cámaras subterráneas donde hubiese algo distinto. No era posible que toda esa gente estuviese siempre en el mismo lugar, sin moverse. Siguiendo esta línea de pensamiento, decidieron observar a los habitantes de los túneles para ver de qué forma sobrevivían y cuál era su modo de vida, quizás así aprendiesen algo que pudiese serles de utilidad. La idea era fijarse en aquellas personas, y en el momento en que alguien abandonase aquella caverna, seguirlo hasta cualquier sitio al que fuese. El único problema era que, por más tiempo que pasaba, aquellos humanos no parecían tener ninguna intención de moverse de allí. 

A Kevin se le ocurrió que, ya que tenían que esperar sin hacer nada, aquel era un momento tan bueno como cualquier otro para tener aquella conversación que tenía pendiente con Alda. 

—¿Y si hablamos un rato? —le dijo a la chica. 

—Claro, ¿de qué quieres hablar? 

—No lo sé, podríamos intentar conocernos el uno al otro un poco mejor. Después de todo, ya llevamos algún tiempo compartiendo muchas cosas y en realidad creo que no sé nada de ti. 

—¿Desconfías de mi? 

—No, no es eso. Solo me parecía que sería… interesante saber más de ti. 

—Pero sabes lo necesario como para convivir conmigo y yo sé bastante de ti también —la expresión en el rostro de la chica cambió, como si estuviese intentando entender aquella propuesta—. ¿Es por curiosidad? ¿Cómo cuando yo me interesaba por las historias de tu mundo? 

—En parte, pero no es solo eso. Supongo que simplemente me parece que es lo correcto. 

—Los humanos tenéis unas ideas muy extrañas, buscando siempre hacer lo “correcto”. 

—Quizás —admitió él, pensando que era posible que la conducta humana fuese en realidad muy rígida, más de lo que pensaba. 

—Aun así, si eso te complace, responderé a todas tus preguntas. Igual, si lo hago, pueda entender mejor tu petición. ¿Qué quieres saber? 

—Cualquier cosa que me puedas contar sobre ti misma. Como, por ejemplo, qué cosas te gustaba hacer en tu mundo, o cómo pasabas el tiempo. 

—Creo que ya te conté que mi gente eran contadores de historias, estudiosos de los distintos mundos y que había toda una tradición que giraba alrededor del viento de Kalen. 

—Sí, ya sé todo eso. Pero esas cosas son genéricas, sobre los Fane. Yo te estoy preguntando sobre ti. Quiero saber cosas que solo tú disfrutases. 

—Me parece que empiezo a entender lo que quieres decir. Bien, no sé si exactamente te refieres a esto, pero muchas veces… —Alda no terminó la frase, sus ojos se desviaron de repente hacia algún lugar por detrás de Kevin—. Dos de ellos, se alejan por los túneles —dijo ella, cambiando de tema. 

Y así fue como terminó el breve y poco fructífero dialogo de Kevin con su compañera de viaje. Cuando parecía que empezaba a conseguir que ella se abriese, eran interrumpidos por aquellos inoportunos seres humanos de las cavernas. 

Sin perder el tiempo, se pusieron en camino, persiguiendo a los dos individuos que se habían separado del grupo.

SIGUIENTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario