lunes, 16 de marzo de 2020

VI. NOCHES EN EMAIN ABLACH (6)



VI. NOCHES EN EMAIN ABLACH



6


Alda le guió entre los árboles, alejándose de la plaza para ir hasta otro lugar. Las calles estaban a rebosar de Sídhe, era como si la fiesta se extendiese por toda la aldea. Mientras andaba en dirección a donde fuese que la Fane le estaba conduciendo, Kevin pudo ver grupos de personas dedicándose a todo tipo de actividades lúdicas. Había competiciones de fuerza, exhibiciones de danza, gente que moldeaba las raíces de los árboles haciendo esculturas con ellas. Era un espectáculo constante, no había ni un solo lugar donde no hubiese algo digno de ser contemplado.

Finalmente se detuvieron en una explanada donde había una gran multitud de Sídhe sentadas en el suelo. Su compañera tiró de él, indicándole dónde había un hueco entre las personas que estaban allí reunidas, y pasaron hasta ese espacio, con cuidado de no pisar a nadie en el camino. Entonces se sentaron, al igual que los demás.

Kevin iba a preguntarle a Alda qué era lo que estaban haciendo, pero en ese momento toda la gente se quedó callada repentinamente. Al mismo tiempo, los insectos que había alrededor salieron volando hasta un gran espacio que había por delante de ellos. Al ocurrir esto, la explanada donde estaban sentados quedó completamente a oscuras, permitiéndoles ver con más claridad la zona hacia donde habían ido a parar los bichos luminosos. Fue entonces cuando Kevin se dio cuenta de lo que estaba pasando. El lugar que estaba por delante de ellos era un escenario, el cual ahora estaba iluminado para que saliesen los actores a escena.

De pronto, una persona apareció en el escenario, una mujer… No, era un hombre disfrazado de mujer. El actor no hablaba, solo gesticulaba. Kevin vio que aquella Sídhe se movía de un lado a otro, de forma armoniosa, siguiendo el ritmo de una música muy suave. Entonces el actor simuló caerse al suelo, al mismo tiempo que la música cambiaba, sonando de forma estridente por un segundo. Desde su posición, el actor levantó los brazos hacia el cielo, como si esperase o estuviese rezando. Al hacer esto, algo descendió suavemente brillando desde el cielo. La Sídhe recogió lo que había caído y se levantó de nuevo con fuerza, mientras la música retumbaba haciendo entender al público que estaba ocurriendo algo muy importante. Se colgó el objeto del cuello y comenzó a bailar de nuevo, dando saltos. Movía los brazos de un lado a otro, y cada vez que lo hacía, brotaba del suelo una rama o una hoja, como si la vida naciese debido a lo que la Sídhe estaba haciendo.

Kevin estaba completamente asombrado con la maravilla que estaba contemplando. Toda la vegetación que estaba saliendo en torno a aquel actor parecía ser completamente real, creada por la habilidad de las Sídhe, sin que hubiese ningún truco tras ello. Además, pensó que estaba entendiendo un poco lo que estaba ocurriendo en el escenario. Había llegado a la conclusión de que aquella persona estaba representando a Leannan, y lo que había caído del cielo era la luna salvaje, el mismo colgante que la anciana le había entregado a él tan solo unos momentos antes. Al parecer, la obra era una recreación del origen del pueblo de las Sídhe. Si estaba en lo cierto, quizás aprendiese más sobre aquella raza. Continuó observando atentamente el espectáculo.

El personaje del escenario se quedó parado, con una pose orgullosa. Entonces, la peluca y el pecho falso se desprendieron de su cuerpo, dando a entender que ahora era un hombre. La danza continuó, esta vez con más fuerza que antes. Lo movimientos del actor eran mas rudos y secos, transmitiendo su nueva identidad. En un momento dado aparecieron dos personas más en escena, también eran hombres disfrazados de mujer, solo que, además, tenían la piel pintada cada uno de un color, uno era de color blanco y el otro marrón, ocultando así el tono violáceo natural de las Sídhe.

Esta parte Kevin no la entendió muy bien, ¿qué querían representar? Igual era algún tipo de dualidad, al igual que Caos y Orden. Pero eso eran conjeturas suyas y no parecía tener mucho sentido con lo que estaba viendo.

La representación seguía y ahora los tres personajes bailaban entre sí. La danza se hizo más próxima, de forma que los actores entraban cada vez con más frecuencia en contacto físico. Entonces, el personaje masculino pasó a bailar individualmente con cada uno de los femeninos por turnos. Los nuevos movimientos eran más sensuales y eróticos, llenos de roces y movimientos de caderas. Ello sugería un contacto sexual entre los personajes de la historia. Después de esto, el actor que representaba a Leannan se colocó en el centro del escenario, con sus dos compañeras una a cada lado, e hizo un gesto levantando los brazos de golpe. De repente, una estructura de ramas creció desde el suelo por detrás de ellos, adquiriendo la misma forma de uno de los edificios que Kevin había visto durante su visita al poblado. Era una representación más pequeña del lecho de la madre. Cuando terminó de formarse aquella construcción, los dos actores vestidos de mujer se agacharon y se introdujeron en el interior de la estructura.

Kevin pensó que aquella nueva escena había representado un encuentro sexual entre las Sídhe, y como resultado de ello, se suponía que las Sídhe que representaban a mujeres habían quedado embarazadas, de ahí que hubiesen entrado en el edificio que, según le había contado Alda, se utilizaba antiguamente para que aquellas personas diesen a luz.

Tal como esperaba, la representación siguió su curso con el tema del nacimiento de nuevas Sídhe. Desde el interior de aquella recreación del lecho de la madre, comenzaron a salir varios actores más, esta vez sin estar caracterizados de ningún modo concreto, para simbolizar la llegada al mundo de la nueva generación de Sídhe. Aparecieron un total de diez personas nuevas en el escenario, todos ellos comenzaron a bailar alrededor del edificio del que habían salido, y finalmente volvió a salir el actor caracterizado como Leannan, quien se arrojó a tierra e hizo gestos de adoración en dirección hacia el lecho de la madre. El resto de las Sídhe que estaban actuando hicieron lo mismo y se arrodillaron también para adorar a las madres.

La música fue haciéndose más débil y los insectos que iluminaban el escenario se elevaron en el cielo, haciendo que todo quedase a oscuras. En ese momento, todo el público que había estado viendo la obra estalló en un sonoro aplauso, por lo que Kevin entendió que la representación había finalizado.

Unos minutos después, las luces volvieron a la normalidad, mientras los insectos volvían a desperdigarse por todo el poblado. La gente se puso en pie y se dispersaron, alejándose del lugar.

Kevin y Alda se levantaron también, aunque ellos no iban a continuar con la fiesta, sino que se dirigieron de regreso a la casa de la chica, para dar la noche por finalizada y descansar. Era difícil tener que retirarse sabiendo que en el exterior iban a continuar teniendo lugar actividades tan impresionantes como la que acababan de contemplar. Sin embargo, ellos no eran Sídhe y necesitaban más horas de descanso que aquellas criaturas. Kevin se dio cuenta de que no había sido justo con su constante desconfianza hacia los habitantes del poblado. Pensó que era imposible que aquellas personas, con una riqueza cultural tan amplia, pudiesen ser capaces de cometer cualquier tipo de maldad.

Aquella noche, antes de dormir, tomó una decisión. A partir de ese momento dejaría de buscar excusas para estar en contra de las Sídhe, dejaría de ver cosas extrañas donde no las había, y simplemente disfrutaría de su estancia en aquel mundo. Estaba claro que Alda estaba perfectamente segura entre aquella gente, se había integrado a la perfección y se la veía feliz. Habiendo llegado a esa conclusión, parecía que era el momento de regresar a casa. Pasaría un día más en el poblado, mañana y noche, hablaría con Velenna, se despediría de Alda de forma apropiada, no como la última vez en el mundo de los Djin, y después volvería a utilizar el viento de Kalen por última vez.

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