VII. LA REVELACIÓN
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Pudieron ver fugazmente a la criatura, buceando de un lado a otro y cruzándose por debajo del agua, golpeándoles cada vez que pasaba, a modo de advertencia. Fueron cuatro o cinco golpes, tras los que la barca no pudo resistirlo más y la madera acabó por ceder, rompiéndose por la mitad y haciendo que los dos acabasen flotando sobre la superficie del lago, rodeados por los restos de su embarcación.
Kevin sentía la presencia de la bestia bajo sus pies, podía notar el movimiento transmitiéndose a través del agua. Escuchaba los sonidos que emitía la criatura que les estaba acechando. Movía los brazos y las piernas intentando mantenerse a flote, aunque le resultaba difícil, ya que no dejaba de golpearse con trozos de madera. Vio que Alda tenía las mismas dificultades que él. Pensó en sugerirle a su compañera que nadasen hacia la orilla a toda prisa, pero estaban demasiado lejos y no estaba seguro de que pudiesen conseguirlo.
No podía dejar de rememorar la forma en que el caballo de agua había destrozado a dentelladas al mono un rato antes. Temía que su destino iba a ser el mismo. En cualquier momento unas poderosas mandíbulas se cerrarían en torno a su pierna, sería arrastrado hacia las profundidades del lago y ese sería su final, convertido en comida para aquel monstruo submarino.
Notó que algo le rozaba los pies y pensó que todo había acabado, pero no fue así. La criatura pasó de largo, estaba jugando con ellos, como el gato juega con el ratón antes de hincarle el diente. A continuación le tocó el turno a Alda, la bestia fue en su dirección y ella debió sentir algo parecido a lo que le había ocurrido a él, porque cuando el monstruo llegó hasta la posición de la chica, ella lanzó un grito.
De pronto, el agua de todo el lago se convirtió en hielo, solo que no estaba frío, debido a que aquello no era real, sino que se trataba de una alucinación provocada por la Fane. Un par de segundos después, el hielo desapareció y Kevin volvió a ver el agua en su estado natural. La alucinación acabó cuando la bestia se alejó de la chica, permitiendo que ella se relajase un poco.
Kevin no sabía si el caballo de agua había llegado a percibir también los efectos del miedo de la Fane, pero aunque hubiese sido así, no debía haberle afectado mucho, ya que ello no le hizo retroceder.
—¿Estás bien? —le preguntó a su amiga, quien se mantenía a flote a varios metros de distancia.
—Sí, no ha sido nada. Solo me he asustado cuando ha pasado por debajo.
—Espera, voy a nadar hasta ti.
—No, no lo hagas. Es posible que vuelva a perder el control sobre mis habilidades. Si estas a mi lado cuando eso pase, resultarás extremadamente afectado por las alucinaciones y podrías quedar incapacitado para hacer a nada. Podrías incluso ahogarte.
Kevin no podía rebatirle aquel argumento. Sabía que ella tenía razón, la Fane era ampliamente consciente de lo que era capaz de provocar a la gente en las situaciones de peligro. No sabía qué podían hacer, ¿quedarse parados hasta que el monstruo decidiese que ya era hora de devorar a sus presas? Por el momento, no veía la sombra de la criatura en el agua, se había alejado, aunque dudaba que les hubiese dejado en paz. Estaba seguro de que el caballo de agua no tardaría en volver a hacer acto de presencia.
—¿Puedes verlo? —le preguntó a Alda.
—No, pero lo oigo.
Kevin se dio cuenta de que la chica estaba en lo cierto. Si prestaba atención, podía escuchar unos sonidos que procedían de las profundidades del agua. Conocía ese ruido porque era el mismo que había hecho Kelpie cuando le enseñó la canción en el lago Ness. Era una lástima que, aun siendo de la misma especie, aquella criatura no tuviese la misma inteligencia que tenía Kelpie. De ser así, hubiesen podido razonar con él.
Alda había estado pensando lo mismo que él y le hizo una sugerencia.
—¿Por qué no intentas comunicarte con el caballo de agua? Me habías dicho que hablaste con uno en tu mundo —le recordó ella.
—No puedo. El que yo conocí era distinto a este. Además, no creo que pudiese ser capaz de emitir los sonidos que hace con mi garganta.
—Habrá que pensar otra cosa entonces. No podemos quedarnos aquí sin hacer nada.
Pero Kevin ya estaba dándole vueltas en la cabeza a una idea. Era cierto que no era capaz de hacer los mismos ruidos que el monstruo, su anatomía no estaba diseñada a tal efecto. Pero en una ocasión había conseguido producir un sonido similar utilizando la flauta. No podía hablar con la criatura de una forma racional o inteligible, pero quizás sí podría, al menos, confundirla, haciéndole pensar que había otro de los suyos en la zona. Cabía la posibilidad de que entonces el animal les dejase en paz.
Abrió la mochila y sacó el viento de Kalen. Se llevó la flauta a los labios y comenzó a soplar por ella, intentando no producir una canción como las otras veces, sino únicamente unos sonidos que se pareciesen a los del monstruo.
—¿Qué estás haciendo? —se alarmó Alda al verlo con el instrumento—. ¿No irás a abrir un portal?
Kevin no respondió a las preguntas de su compañera, no quería interrumpir el flujo de sonidos. Tenía la esperanza de que el plan funcionase. Si todo salía bien, ya le contaría luego a la Fane el motivo detrás de sus acciones, pero por ahora tenía que concentrase en la tarea que estaba llevando a cabo. Al principio, los sonidos que salieron de la flauta fueron simples pitidos, extremadamente molestos, pero tras unos cuantos intentos, consiguió emitir unas notas que se parecían mucho a los gritos acuáticos del monstruo.
—Buena idea —dijo Alda, al darse cuenta de lo que estaba haciendo— Sigue tocando el instrumento, parece que está funcionando.
Era verdad que aquello estaba teniendo algún efecto, ya que el monstruo estaba actuando de forma distinta a la de antes. La criatura seguía bajo el agua, pero ya no les atacaba, se había callado y nadaba en círculos por debajo de ellos. Al parecer, el caballo estaba desconcertado por lo que estaba escuchando y no conseguía identificar de dónde procedía aquel sonido que se asemejaba al suyo propio.
A la luz de los buenos resultados, Kevin continuó soplando, con más fuerza. Esperaba que al final el animal acabase por marcharse. Pero eso no ocurrió. Lo que pasó fue que finalmente el monstruo localizó el origen del sonido y empezó a ascender hasta la superficie a toda velocidad, hacia la zona donde se encontraban ellos flotando.
El caballo sacó la cabeza del agua, colocándose justo en medio de ellos dos, separándoles. Se les quedó mirando, posaba la vista en uno y luego en el otro, aunque su expresión no parecía mostrar ninguna señal amenazante y parecía calmado.
Aquel extraño efecto solo se mantenía mientras Kevin continuase tocando la flauta. En el momento en que dejaba de producir sonidos el caballo se volvía agresivo de nuevo, enseñando los dientes y rugiendo. De modo que lo único que podía hacer era continuar soplando por la boquilla del instrumento sin parar.
La situación no era mucho mejor, estaban todavía en medio del lago, con un peligroso monstruo al lado, y sin posibilidad de poder regresar a tierra. La única mejora que habían conseguido era que, por lo menos, la bestia no parecía tener intención de devorarles, de momento.
El alargado cuello que había salido del agua se movía de un lado a otro, mientras la cabeza que lo coronaba olfateaba a su alrededor insaciablemente. El monstruo se agachaba y se acercaba a ellos de vez en cuando, intentando identificarles por el olor. Pero al no ser capaz de reconocerlos, se empezó a poner nervioso. Solo era cuestión de tiempo hasta que se diese cuenta de que la única característica que compartían era el sonido de la flauta. Kevin temía que, cuando eso ocurriese, el animal se enfurecería y les atacaría. Si ese era el caso, no disponían de mucho tiempo para pensar en una manera de salir de aquel apuro.
Al haber estado pendiente del caballo de agua en todo momento, no se había dado cuenta de que Alda había ido nadando lentamente hasta él. Le hubiese preguntado a la chica el motivo, ya que era ella la que, unos momentos antes, le había pedido que no hiciese aquello por su propia seguridad, pero no podía dejar de utilizar el viento de Kalen.
—¿Te has fijado en lo que tiene en la boca? —le preguntó Alda, mientras él seguía tocando notas en el instrumento.
Sin poder hablar, Kevin tuvo que contestarle moviendo la cabeza de un lado a otro, dándole a entender a su amiga que no sabía a lo que se estaba refiriendo.
—Fíjate bien en sus dientes cuando vuelva a inclinarse —le dijo ella.
Kevin esperó a que el monstruo cambiase de posición, hasta poder verle los dientes con claridad. Entonces se dio cuenta de que había algo brillante entre aquellas afiladas cuchillas que tenía entre las mandíbulas. Tardó solo unos instantes en reconocer el objeto. Era la luna salvaje. El colgante se había quedado atrapado entre los dientes del monstruo cuando se había tragado al mono, de manera que la criatura no se lo había comido también. Pensó que eso era bueno, al menos le facilitaría la tarea de recuperarlo, sin tener que abrir a la bestia en canal. Algo que, por otro lado, dudaba que hubiese sido capaz de hacer, especialmente cuando ya le estaba costando tanto simplemente mantenerla a raya.
Para cualquier plan que pudiesen llevar a cabo, iba a necesitar la ayuda de la flauta, de modo que se le ocurrió experimentar un poco con los sonidos para ver de qué forma reaccionaba el animal en cada caso. Sin embargo, independientemente de lo que ocurriese, sabía que no podría hacer nada por sí mismo, necesitaba que Alda cooperase con él. Le hizo un gesto a su compañera con la cabeza, intentando indicarle que estuviese atenta a lo que iba a hacer. No tenía la certeza de que la chica hubiese entendido lo que había intentado decirle, pero confiaba en que así fuese. De lo contrario, todo su esfuerzo sería en vano.
En primer lugar, Kevin probó a cambiar el tono, haciendo que el sonido dejase de parecerse al que emitía la criatura. Aquello no fue buena idea, al hacerlo, el monstruo reaccionó de forma violenta, agitándose y provocando unas olas en el agua que hicieron que tanto él como su amiga se atragantasen. No pudo evitar empezar toser sin control, para expulsar el agua que se le había introducido en la garganta. En consecuencia, tuvo que dejar de usar la flauta, lo que hizo que el caballo se agitase todavía más.
El monstruo comenzó a rugir con fuerza y a lanzar dentelladas al aire. Parecía que en cualquier momento uno de esos mordiscos fuese a ir a parar al cuerpo de alguno de ellos dos. Era una visión terrorífica y eso tuvo como resultado algo todavía peor, una fuerte alucinación provocada por la Fane.
Kevin vio que el agua comenzaba a burbujear como si estuviese hirviendo. El aire se llenó de vapor y la temperatura aumentó radicalmente. Se decía a sí mismo que debía tranquilizarse, que aquello no era real, pero su mente no era capaz de distinguir lo que era una alucinación y lo que no. El calor era insoportable, su piel se tornó de color rojo. Un chorro de agua caliente explotó delante de él, como si de un geiser se tratase, y al caer, lo hizo sobre su rostro, quemándole y asfixiándole. Gritó fuertemente a causa del insoportable dolor que estaba experimentando. Pensó que iba desmayarse en cualquier momento y entonces todo paró de golpe.
El agua volvía a estar en calma, su piel no estaba roja y no se había quemado la cara. La visión había sido muy intensa y le había dejado exhausto y desconcertado, con lo que tardó unos segundos en recordar lo que estaba pasando en realidad.
Cuando hubo recobrado la compostura, miró a su alrededor y se dio cuenta de que el monstruo todavía estaba rugiendo como si estuviese a punto de atacar, pero Alda no parecía asustada como antes. La chica se había alejado, había cerrado los ojos y se había dejado caer hacia atrás, flotando sobre la superficie del agua, de espaldas. Kevin pensó que su amiga debía haberse dado cuenta de cómo le había afectado y, para remediarlo, había intentado arreglarlo buscando una forma de tranquilizarse. Una estrategia que afortunadamente había sido altamente efectiva.
En realidad, tuvieron bastante suerte porque, al parecer, el caballo había sido también víctima de algún tipo de visión, lo que le había detenido en el sitio, sin hacer nada más. De lo contrario, probablemente ninguno de ellos estaría ya con vida. Pero, dado que la chica se había tranquilizado y ya no tenía miedo, Kevin se dio cuenta de que él no habría sido el único en dejar de ver cosas que no existían, el monstruo también se estaría recuperando. Eso quería decir que tenía que actuar rápido y volver a usar la flauta para imitar sus sonidos, para que volviese a actuar de un modo más pacífico, que les dejase espacio para maniobrar.
La cabeza del caballo de agua se lanzó bruscamente hacia delante, con la boca abierta, con toda la intención de devorar a Kevin. Pero no llegó a probar su carne, porque en el último instante le había dado tiempo a utilizar el viento de Kalen. El sonido hizo que el monstruo se detuviese como lo había hecho antes, aunque en esta ocasión se había quedado a escasos centímetros de su cuerpo.
Kevin podía sentir el aliento de la criatura en la cara, escuchaba su respiración y eso le ponía nervioso, pero no podía dejar que nada de aquello le desconcentrase. Ya había probado a variar el sonido de las notas y el resultado había sido catastrófico. Lo que estaba haciendo ahora era simplemente reproducir los sonidos del caballo pero en un tono muy bajo, soplando débilmente. Eso parecía tener un efecto hipnótico en el animal, quien ya ni siquiera olfateaba el aire como antes, sino que permanecía muy quieto, como petrificado.
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