lunes, 28 de mayo de 2018

I. UN CLARO EN EL BOSQUE (4)


I. UN CLARO EN EL BOSQUE



4

Había vuelto a tener otro extraño sueño y, como resultado de ello, de nuevo se despertó con malestar y sintiéndose incómodo. Kevin abrió los ojos y se quedó mirando el techo por unos segundos, solo que no era el techo de su dormitorio lo que veía, sino un montón de ramas secas y desprovistas de hojas que cubrían el espació que tenía a varios metros sobre su cabeza.

Se incorporó de golpe y descubrió que se encontraba tumbado en tierra, la flauta se hallaba tirada junto a su lado. Ambos, el instrumento y él, estaban en el centro de una especie de depresión del terreno, rodeados de tierra árida por todas partes excepto por arriba, donde se apreciaba la luz del atardecer entrando por entre las ramas de los árboles.

Los hechos de la noche anterior no habían sido un sueño, tampoco estaba soñando ahora. Algo le había ocurrido y todo había sido a causa de aquella flauta.

Kevin pensó que todo aquello era una locura. Pero no quería dejarse llevar por el pánico. Lo primero que tenía que hacer era encontrar el modo de salir de allí y regresar a casa. Después ya se encargaría de intentar encontrar una explicación racional a todo lo que le había pasado.

Recogió la flauta del suelo, se la llevó a la boca y comenzó a soplar, esperando que los dedos volviesen a moverse solos por arte de magia, como había ocurrido la última vez. Pero no ocurrió nada, el instrumento solo emitió un montón de pitidos molestos. Pensó que tal vez requiriese más tiempo. Repitió todo lo que había hecho la noche anterior, tanto los ensayos como la canción de cumpleaños. Pero la flauta no reaccionó, no hubo magia alguna, y Kevin permaneció sentado en la misma posición sobre la tierra.

No sabía dónde estaba, pero dudaba que fuese un lugar donde alguien pudiese acudir a rescatarle. Así que solo tenía dos opciones: seguir esperando que la flauta volviese a funcionar o buscar algún otro medio de volver. Nunca había sido el tipo de persona que se queda cruzada de brazos sin hacer nada, de modo que optó por la última opción, buscaría otra salida.

Se puso en pie y, al reparar en sí mismo, agradeció haberse acostado con la ropa puesta. Aunque tuviese los pantalones rotos, siempre era mejor que tener que deambular por vete tú a saber dónde con el pijama de rayas azules. Se acercó hasta uno de los laterales del hoyo en el que se hallaba e intentó subir por él arrastrándose, pero la tierra estaba en tan mal estado que se desprendía haciéndole resbalar hasta el fondo constantemente.

Tras pensar un poco, se le ocurrió que podía intentar subir dándose algo de impulso. Se fue hasta el extremo contrario de la depresión, se preparó y salió corriendo hacia delante, cogiendo carrerilla. Ascendió rápidamente, colocando los pies uno de tras del otro sin darles tiempo a resbalarse, hasta que se encontró fuera del agujero.

Al salir, Kevin reconoció el lugar inmediatamente. Estaba en el mismo sitio de su sueño, el claro rodeado por árboles del que apenas había logrado escapar la última vez. Pero todo había cambiado. El lugar había perdido toda la belleza que tenía la primera vez que lo visitó. El muro de árboles que rodeaba la zona era igualmente impenetrable, pero los árboles, antes llenos de vida, ahora parecían estar completamente muertos. Las ramas ya no tenían hojas en ellas que bloqueasen la visión del cielo. Y el manantial había desaparecido, se había secado, dejando así aquella triste depresión de tierra de la que Kevin acababa de salir con algo de esfuerzo.

Si aquello era todo, estaba perdido, no había salida posible. Jamás sería capaz de atravesar la barrera de árboles, daba igual lo secos que estuviesen, seguían siendo demasiado grandes y robustos como para poder trepar por ellos.

Desanimado, Kevin se sentó sobre el borde del agujero, sin saber qué hacer. ¿Probar de nuevo con la flauta, quizás? No tenía muchas más opciones, por no decir ninguna.

Entonces, se fijó en un bulto extraño que había en el suelo, junto a los árboles. Había algo debajo de uno de los montones de hojas desprendidas que poblaban el claro.

Kevin se puso en pie y fue acercándose lentamente, hasta que descubrió un pie asomando bajo las quebradizas hojas marrones. Recordó la criatura que había encontrado en su sueño, la hilera de dientes afilados como cuchillas, y, temiendo que el ser saliese de repente de su escondite para atacarle, retrocedió de un salto hacia atrás.

Esperó, en tensión, preparado para el ataque de la criatura. Pero nada se movió bajo las hojas. El pie se asomaba en la misma posición, sin que hubiese ningún cambio perceptible en él.

Decidió superar su miedo y acercarse un poco más. Pensó que era posible que el monstruo estuviese tan muerto como el resto de elementos del claro. Se agachó con precaución junto al bulto y, cuidadosamente, fue retirando las hojas que tapaban el cuerpo del ser. En poco tiempo dejó el cuerpo de la mujer completamente expuesto. La elfa había perdido toda la sensualidad de su primer encuentro, estaba tan marchita como los árboles. Kevin vio que el ser tenía la piel seca y cuarteada, haciendo que pareciese estar cubierta de escamas. Su cuerpo, antes terso y brillante, ahora estaba polvoriento y agrietado. El pelo había perdido su color y su rostro no transmitía ni erotismo ni amenaza, únicamente compasión.

Prestando atención, se dio cuenta de que la mujer no estaba muerta, el movimiento del pecho indicaba que todavía respiraba, aunque con dificultad. Kevin no sabía qué debía hacer. No tenía modo alguno de ayudarla, y, de poder hacerlo, no sabía si era una sabia decisión, ya que una criatura como aquella podía acabar con su vida en un instante si así lo deseaba. No obstante, tenía la convicción de que el ser había acabado encerrado en el interior del circulo de árboles por culpa suya. No sabría explicar el por qué, pero creía firmemente que él había sido el causante del estado actual de la elfa, y por lo tanto era responsable de ella.

Supuso que no podía juzgar mal a una criatura cuyos hábitos no conocía, menos aún cuando se había introducido furtivamente en el territorio de ella y le había robado una de sus posesiones. Era posible que aquello que Kevin había interpretado como un gesto de amenaza, cuando ella le mostró los afilados dientes, no fuese tal. Quizás la elfa solo se estaba defendiendo ante una posible agresión.

Un sonido interrumpió sus pensamientos. Era un murmullo apenas inaudible pero que claramente tarareaba una melodía que Kevin ya había escuchado antes. Aquella música era la misma que emitió la flauta cuando había sido transportado al claro.

Buscó el lugar del que procedía la melodía, pero no consiguió identificarlo inmediatamente. Fue unos instantes después cuando Kevin se dio cuenta de que el sonido provenía de los mortecinos labios de la chica. Al parecer, la criatura estaba intentando indicarle algo. Tal vez le estaba dando la clave para volver a su mundo. A pesar de haberla dejado en aquel estado, ¿era posible que el ser quisiese ayudarle a regresar? Puede que lo único que tuviese que hacer para que la flauta obrase su magia fuese tratar de reproducir la melodía. Así pues, Kevin pensó que no perdía nada por intentarlo.

Se llevó la flauta a los labios y comenzó a soplar por ella. Al principio el efecto fue el mismo que antes, solo salieron pitidos. Pero poco a poco fue como si el instrumento se fuese sincronizando con la cancioncilla que murmuraba la moribunda criatura que yacía en el suelo, entre las hojas. Entonces volvió a ocurrir el milagro de la noche anterior. Los dedos de Kevin comenzaron a moverse solos, incesantemente, produciendo aquella bella melodía, la misma que la última vez. Al poco tiempo comenzó a ver la luz blanca, que iba creciendo, solo que esta vez no venía de todas direcciones, sino de la apertura que se estaba formando entre el muro de árboles. Kevin continuó tocando hasta que consideró que el portal era lo suficientemente grande como para atravesarlo sin problemas, y entonces separó el instrumento de sus labios. Al hacerlo, la luz no desapareció, permaneció en el mismo sitio, como si estuviese aguardando que él la atravesara.

Esperó unos momentos, asegurándose de que el portal era estable, y entonces se dirigió hacia los árboles, con la intención de regresar a casa. Llegó hasta la luz y se dispuso a cruzar, pero en el último momento de detuvo.

Kevin miró hacia atrás y vio a la elfa tendida en el suelo, apunto de exhalar su último aliento. No podía dejarla allí abandonada a su suerte, no estaba bien, incluso aunque aquel ser estuviese a punto de morir. Dudó unos instantes. No sabía qué hacer. Quizás debiese esperar algo más de tiempo, permanecer junto a ella hasta el final y después darle un entierro digno. Pero no sabía cuánto tiempo continuaría abierto el portal, y si este se cerraba no sabía si sería capaz de volver a abrirlo sin ayuda.

De repente se escuchó un estruendo. Las ramas superiores de los árboles habían comenzado a caerse al suelo. La tierra comenzó a temblar y los árboles empezaron a tambalearse de un lado a otro. El lugar entero estaba a punto de colapsarse. El claro no solo había muerto, también estaba al borde de la desaparición, en poco tiempo sería como si nunca hubiese existido.

Entonces Kevin tomó su decisión. Probablemente estaba cometiendo un error, pero no estaba en su naturaleza dejar a la gente abandonada, incluso aunque no fuesen humanos. Regresó hasta donde se encontraba la mujer, sorteando las ramas, cada vez más pesadas, que caían sobre su cabeza. Se inclinó sobre ella y le pasó los brazos por detrás de la espalda para poder levantarla. Se sorprendió de lo poco que pesaba la criatura, era tan ligera que una simple brisa de aire podría habérsela llevado volando. Ese leve peso que le quedaba, era probablemente lo único que la mantenía todavía anclada a este mundo.

Así, con la elfa en brazos, Kevin comenzó a correr hasta el portal, el cual estaba empezando a cerrarse. Mientras iba hacia la luz, escuchaba como el bosque de sus sueños iba desmoronándose tras él, perdiéndose para siempre en el recuerdo. Finalmente llegó hasta el resplandor y, con una nueva sensación de mareo, se sintió arrastrado hacia el infinito.

SIGUIENTE

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