V. ENTRE LEYENDAS
6
Cuando Kevin se despertó, lo hizo con un terrible dolor de cabeza y con el estomago revuelto. Se sentía como si una apisonadora le hubiese pasado por encima repetidas veces y le costaba moverse. Se levantó, se arregló un poco y bajó hasta la planta baja, donde esperaba encontrar a Hannah, todavía molesta por el incidente de la noche anterior, preparada para echarle a la calle de una patada.
Vio a la chica sentada en una silla en la cocina, con la cabeza apoyada sobre la mesa y un vaso con café delate de ella. Cuando la joven le escuchó entrar, emitió una especie de gruñido y le indicó con la mano dónde podía servirse él también una taza.
Durante un rato, ninguno de los dos dijo nada, terminaron de desayunar pausadamente. La chica solo levantaba brevemente la cabeza para dar un sorbo de su vaso y después volvía a dejarse caer sobre la mesa. Kevin vio que ella tenía unas ojeras considerables, debidas a la resaca, y pensó que su propio aspecto tampoco sería mucho mejor.
—¿Te importa si esperamos un poco antes de ponernos en marcha? —le preguntó Hannah.
—En absoluto. ¿Todavía quieres acercarme hasta el lago?
—Claro, te dije que lo haría, ¿no?
—Ya, pero después de lo de anoche, pensaba que podías haber cambiado de opinión.
—¿Anoche? La verdad es que nos pasamos un poco, pero fue culpa mía, yo fui quien subió el vino.
—No me refería a eso, además no fue tu culpa, bebimos los dos.
—Bueno, aun así, estarás de acuerdo conmigo que fue divertido. Quizás no todo lo divertido que podía haber sido, pero aun así estuvo bien.
—Supongo que tienes razón —asintió Kevin, pensando que la chica había olvidado lo que había pasado con la botella de Efreet.
—Muy bien —dijo ella mientras se levantaba de la silla—. Descansamos un poco, me doy una ducha, y en un par de horas salimos ¿Te parece bien?
—Estupendo, ¿pero estás en condiciones de conducir?
—Sí, no te preocupes. En cuanto me duche me termino de despejar.
Tal como había adelantado Hannah, al poco tiempo estaban los dos dentro del coche de ella, de camino al lago Ness. No tardaron mucho rato en llegar al extremo sur del lago, y en seguida Kevin pudo ver sus oscuras aguas por delante de él.
—Has dicho que querías ver el lago, pero es muy grande, ¿dónde quieres que te deje exactamente? —preguntó Hannah.
—Donde te venga mejor, cualquier sitio está bien. Aunque, si no está muy lleno de gente mejor, no me gustan las multitudes —sugirió Kevin, pensando que la tarea que tenía por delante sería mejor realizarla en privado.
—Entonces evitamos parar en Fort Augustus, ahí es donde acaba la mayoría de la gente para hacer la visita en barco por el lago —le comentó ella—. Ya sé, por aquí hay un sitio donde quizás pueda aparcar un momento, y te puedes incluso acercar hasta el agua.
—Me parece bien.
Dicho esto, continuaron un poco más hacia delante. La joven arrimó el vehículo a un lateral, apagó el motor y después ambos se bajaron.
Atravesaron un campo lleno de vacas y bajaron por un camino de tierra hasta el lago. La orilla estaba cubierta de piedras lisas, erosionadas por la acción del agua. Kevin miró a lo lejos, intentando ver el final del lago, pero era imposible, solo había agua en línea recta hasta donde le alcanzaba la vista.
Por fin había llegado a su destino. Solo quedaba la última parte de su misión, posiblemente la más difícil, y esta era encontrar a una criatura cuya existencia hubiese negado no hacía mucho tiempo. Pero lo que tenía que hacer ahora era algo que tenía que hacer solo, sin involucrar a nadie más en aquella locura, lo que quería decir que había llegado el momento de despedirse.
—Muchas gracias por haberme traído hasta aquí, creo que ya puedo seguir por mi cuenta —dijo Kevin, esperando que la chica entendiese que estaba tratando de decir adiós.
—No hay de qué. Ha sido una experiencia… interesante.
—Ahora debería ponerme en camino, todavía tengo mucho por ver.
—¿Seguro que no quieres que te acompañe un poco más?
—Creo que no. Esto es algo que tengo que hacer por mí mismo, podríamos decir que es una especie de viaje de autodescubrimiento.
Ella le sonrió.
—Supongo que puedo entenderlo, más o menos. Aunque es una lástima que te tengas que ir cuando apenas habíamos empezado a conocernos.
—Lo sé. Pero aunque haya sido un breve encuentro, me alegro de haberte conocido.
—Yo también —entonces ella hizo una pausa, antes de añadir algo más—. Había algo que quería darte… —mientras decía esto, la chica sacaba un papel del bolsillo y se lo ponía en las manos a Kevin—. Son mis datos de contacto, por si pasas alguna vez por Inglaterra, quizás podríamos volver a vernos.
—Gracias, lo tendré en cuenta. Es bueno saber que tengo una amiga incluso fuera de mi país.
Después, Hannah le dio un beso en la mejilla y se despidió, antes de volver hacia el coche, dejándole solo de nuevo. Únicamente había pasado un día con aquella persona, pero Kevin había llegado a apreciar a la chica como si se conociesen de mucho más tiempo. Le dolía haberse tenido que despedir de ella, pero tenía alguien más de quien preocuparse en aquel momento, alguien que tal vez necesitase su ayuda, y no podía pensar egoístamente hasta que hubiese cumplido con su deber. De cualquier modo, no era como si no pudiese volver a ver a Hannah nunca más, ella se había asegurado de ello antes de marcharse, dándole sus datos.
Kevin desplegó el papel que tenía entre las manos y vio lo que estaba escrito:
“A continuación tienes escritos mi dirección de correo electrónico y mi número de teléfono, para que si algún día quieres venir a hacerme una vista, puedas contactar conmigo.
Por cierto, no he sido del todo sincera cuando he dicho que no recordaba lo de anoche. Lo que pasa es que me daba vergüenza hablar de ello, yo no suelo actuar así, de una forma tan impulsiva con alguien a quien casi no conozco. Atribuyo mi conducta, en parte, a que estuvimos bebiendo, también fue por eso por lo que perdí un poco la cabeza hacia el final de la velada, imaginando cosas y dejándote allí plantado en medio de… ya sabes. De todas formas, quiero que sepas que si hubiésemos llegado a terminar lo que empezamos, no me hubiese arrepentido para nada, ya que me pareces una gran persona y me gustaste casi al instante, puede que porque sabes hacerme reír.
No me enrollo más, me despido de nuevo de ti, ahora por escrito. Mucha suerte en tu viaje y no te olvides de mi.
Besos, Hannah.
PD: Quizás si volvemos a vernos algún día, podamos acabar con lo que empezamos, aunque esta vez sin alcohol de por medio.”
Kevin leyó la nota con atención. Después de aquellas sentidas palabras, figuraban los datos de contacto que le había prometido la chica. Al ver aquel mensaje, sintió todavía más haber tenido que despedirse tan pronto, pero también se sintió culpable.
Pensó en las veces en que Alda se le había insinuado y él la había rechazado. La Fane también le atraía, pero con ella nunca hubiese sido capaz de hacer lo que estuvo a punto de hacer la noche pasada con Hannah. Pensaba que ello se debía a que su atracción por Alda era únicamente física, y no podía quitarse de la cabeza que ella fuese de otra especie, haciéndole sentir que cualquier contacto físico entre ellos sería antinatural. Pero ese no era el único problema, además, la Fane siempre le había hecho sentir que su deseo de acostarse con él era debido a una especie de deuda por haberle salvado la vida y eso hacía que el asunto pareciese una mera transacción. Todo eso, sumado al hecho de que Alda tuviese los rasgos de una adolescente, pese a tener muchísimos más años que él, hacían que no fuese siquiera capaz de mirar el cuerpo de la chica.
Pero con Hannah era distinto, ellos habían conectado a un nivel más profundo. Aquella chica inglesa era muy delgada, con poco pecho y carente de la voluptuosidad de la Fane, pero aun así le resultaba muy atractiva. Era la primera vez que tenía a dos mujeres interesadas en él al mismo tiempo, y tenía que admitir que eso le elevaba algo la autoestima, pero no podía dejar que tonterías como esa obnubilaran su juicio. Estaba allí porque tenía una misión, ya se permitiría pensar en banalidades cuando todo hubiese terminado.
Lo que tenía que hacer ahora era buscar a Nessie, algo que todavía le parecía tan ridículo como al principio, pero que parecía ser su única vía hacia el mundo de las Sídhe.
Kevin miró de nuevo hacia el lago, estaba claro que en aquella orilla no iba a encontrar nada. Si era cierto que había un monstruo, no estaría ahí, sino en la parte más profunda. Eso quería decir que, una vez más, iba a tener que caminar. Se puso en marcha, bordeando el agua por la parte este, y continuó hacia delante, siempre manteniendo un ojo en el agua, por si veía algún movimiento sospechoso en la superficie.
Conforme avanzaba, el color del agua parecía ir volviéndose cada vez más oscuro, hasta ser prácticamente negro, de haber algo allá abajo le resultaría difícil poder distinguirlo. Claro que, si fuese tan sencillo localizar al monstruo, alguien ya lo hubiese capturado antes que él.
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